Reflexiones Desde la Base.: Recuerdos de Melilla. II

5/11/08

Recuerdos de Melilla. II

El viaje II. La estancia en Almería. La noche.

! Pues sí ¡ La alegría no pudo ser mayor, e inmediatamente nos alejamos del rebaño de nuevos reclutas, que ya se encontraba embarcando en el barco que los conduciría a su próximo destino, Melilla. Y el nuestro, pero tendría que esperarnos un día más. Los dos que tampoco pudieron embarcar hacía la ciudad africana y española eran valencianos, uno de ellos seguro,. Sus nombres se han borrado de mi memoria, ya que mis andanzas con ellos se redujeron a la noche y el día de marras pasados en Almería y al trayecto en barco desde dicha ciudad hasta nuestra enigmática y misteriosa ciudad, Melilla. Pero volvamos a los hechos, una vez alejados del puerto, decidimos que lo más conveniente sería buscar una pensión de lo más barata o al menos que no fuese muy cara, pero que nos inspirase un mínimo de confianza para así poder dejar mochilas y demás bártulos pesados. Y acto seguido irnos a recorrer algunos rincones y locales nocturnos de la ciudad. La primera empresa no nos costó demasiado y tras unas preguntas a los lugareños encontramos una pensión en condiciones y no muy cara. Justo lo que buscábamos. Los precios que pagamos no los recuerdo y la hora que tendríamos que abandonar la habitaciones tampoco. Pero no fue muy tarde. Lo segundo, lo de ir a recorrer los rincones y los locales nocturnos de la ciudad, ya nos costó más, sobre todo lo de encontrar un local con mujeres amables y cariñosas, aunque finalmente encontramos uno de nuestro agrado. Pero antes de encontrarlo, tuvimos que pasar por varios tugurios de mal agüero en los que al acabar la copa de rigor, salíamos escopeteados hacía la calle en busca de nuestro ansiado local. Y así pasamos las primeras horas de la noche almeriense, bebiendo de local en local, hasta que dimos con el que nos estaba destinado. Una vez encontrado nuestro ansiado local nos relajamos Allí pasamos la noche en muy buena compañía. Ya de madrugada emprendimos nuestro camino de vuelta hasta nuestra posada por unas horas, ya que habíamos decidido levantarnos temprano, para poder ver la ciudad a la luz del día y con la mente un poco más despejada. Una vez en la pensión nos dirigimos cada uno a nuestra habitación y acordamos la hora de diana. Ya en mi habitación y sólo conmigo se adueño de mí la pena al acordarme de los míos y de la vida que allí dejaba. Aunque sólo fuese por un año. También en esos momentos previos al dormirse, volvió el miedo al nuevo futuro desconocido que me aguardaba en una nueva ciudad, y a una nueva vida, la de militar por obligación. Y con esos pensamientos el sueño se apoderó de mi.

Posiblemente, continuará.
S.S.S.

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sBL. Y el Consejo del Lobo.

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Marihuana, tomateras y otras plantas.