Esta pregunta y algunas otras semejantes , vinieron a mis mientes hace muy unos pocos días. O el de la gran nevada o en los días posteriores.
Aún hoy cuando escribo estas líneas, mucha gente continúa padeciendo las consecuencias del temporal de nieve que azotó Cataluña recientemente. Están sin luz. Y al no haber luz, no hay nada. Todo deja de funcionar y nada funciona. Somos demasiado dependientes de la electricidad y de las nuevas tecnologías. Y ante la imponente Naturaleza, el colapso de las sociedades modernas está asegurado.
Pero es que por el Sur de la Península, y allende los mares; por Andalucía y por las Islas Canarias, no les ha ido mejor. Llevan padeciendo las consecuencias de las fuertes lluvias torrenciales durante todo el invierno; dignas de los tiempos de Noé, sufriendo la fuerza de Eolo, y el bramar de los mares, junto con la crecida incesante de los ríos.
En el Norte de la Península no han estado exentos de los azotes de estas fuerzas de la Naturaleza.
Tampoco en Europa se han librado de las inclemencias de la llamada Sabia, sobrepasándolos sobremanera.
Y en el resto del mundo se han sucedido una serie de desastres naturales en tan breve espacio de tiempo que da que pensar. Haití, Chile, Japón y Turquía.
¿Somos tan soberbios, a la vez que ingenuos; de no contar para nada con la fuerza de la Naturaleza y de creernos capaces someterla y explotarla hasta el infinito sin que ésta responda? Evidentemente, sí.
Son momentos de grandes cambios, nos guste o no nos guste, ¿realmente están preparadas nuestras dependientes sociedades modernas? Evidentemente, no.
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